Las campañas de ahorro y eficiencia energética han perdido su aspecto amable y moderno: ahora difunden trucos de supervivencia más que pautas civilizadas de conducta.
La primera campaña de eficiencia energética, allá en 1976, usó el lema “Aunque usted pueda pagarlo, España no puede”. Ahora se podría usar otro más sombrío: “España no puede pagar por la energía que consume… y usted tampoco”. Un 9% de hogares, según un estudio de ACA, sufren pobreza energética. La luz ha subido el 7% (un 60% en los últimos cinco años, según FACUA), el gas el 5%, la gasolina un 80% en tres años, mientras que los ingresos de las familias disminuyen. De porcentajes muy pequeños del gasto familiar se está pasando a cantidades importantes. Las quejas por las subidas de la electricidad han dejado de ser rituales y retóricas: ahora empiezan a sonar con tonos de angustia.
No queda más remedio, hay que ahorrar energía. Vamos a hacerlo por puro interés, no por amor al planeta. No se sabe si esta nueva situación servirá para crear una sólida cultura de eficiencia energética. Es probable que sea considerada como un mal paso transitorio hasta que podamos derrochar nuevamente la energía con alegría, como en los viejos buenos tiempos de antes de 2008. Hay que tener en cuenta que se ha creado la figura del resentido energético, una persona con una enorme factura de electricidad en la mano y la creencia de que mucha gente se está haciendo rica a su costa.
Significativamente, las nuevas tiendas de eficiencia energética no emplean ya argumentos ambientales, sino un escueto “Te ayudamos a reducir tu consumo eléctrico y a ahorrar en la factura de la luz”. Algunos hoteles están instalando sistemas de climatización con una ficha de ocho horas diarias incluida en el precio de la habitación: si el cliente quiere mas horas de calor o de frío, deberá comprar más fichas. Y el aumento del precio de la gasolina hace que cada vez más personas compartan coche para ir a trabajar o usen el transporte público.
Ha llegado un momento en nuestro país en el que la eficiencia energética ha pasado a ser una auténtica necesidad para poder hacer frente a los disparatados precios que pagamos por el uso de la energía.
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