Existen dos maneras fundamentales de conseguir agua caliente en nuestros hogares: bien a través de un productor instantáneo o bien por medio de un sistema de acumulación. Dicho en palabras llanas, a través de un calentador a gas o de un termo eléctrico. ¿Cuál es más conveniente? Veámoslo desde el punto de vista del segundo.
¿Qué es un termo eléctrico y cómo funciona?
A grandes rasgos, se trata de un tanque de agua de entre 50 y 100 litros de capacidad –los hay aún mayores– que cuenta en su interior con una resistencia eléctrica con la que se calienta el agua. Tan sencillo como eso. Cuando la temperatura alcanza el nivel marcado, la resistencia se apaga y, por el contrario, cuando se enfría, la resistencia vuelve a entrar en funcionamiento.
Algunos equipos cuentan con un "ánodo de sacrifico" o de "magnesio", es decir, una pieza con la que se asume la corrosión que produce el agua, protegiendo así el tanque. Aviso a navegantes: si cuentas con un termo, revisa su manual para comprobar los plazos de sustitución y alargar la vida de tu tanque.
Ventajas e inconvenientes del termo eléctrico
La primera gran ventaja respecto al calentador a gas es que, precisamente, nos ahorramos la instalación de gas; más aún si nuestra cocina es vitrocerámica. De una tacada, no sólo hemos evitado un mayor número de revisiones técnicas, sino que hemos convertido nuestra casa en un espacio más seguro. Además, si el calentador funciona con gas butano en lugar de gas natural, también hemos evitado sustos por quedarnos sin agua caliente en mitad de la ducha porque la bombona se ha terminado.
¿Qué otros beneficios tiene el termo eléctrico? A diferencia del calentador, el termo ofrece una temperatura constante del agua, sirviendo además para cualquier caudal de agua. Y si en algún momento queremos incorporar paneles solares a nuestro hogar, es fácilmente combinable con este sistema.
Pero no todo son ventajas con el termo eléctrico; también tiene sus inconvenientes. Para empezar y a diferencia del calentador, la cantidad de agua caliente es limitada –la capacidad del tanque– y una vez agotada es preciso esperar hasta que la resistencia caliente de nuevo el agua. Además, no podemos olvidar el espacio que puede llegar a ocupar un depósito de 100 litros de agua y, no menos importante, la inundación que puede provocar en caso de avería.
Así las cosas, ¿por cuál de los dos sistemas deberíamos decantarnos? Pues si el uso del agua caliente es más bien continuo a lo largo del día, no lo dudes, el termo es tu solución. Por el contrario, para una familia con varios miembros en los que el consumo se concentra en horas concretas, como primera hora del día o última de la noche, la mejor apuesta sería el calentador... a menos que el último que pase a la ducha no le importe el agua fría y se arriesguen con el termo.
Fuentes: Twenergy
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